OLARTE

La artista Diana Olarte era una niña que coleccionaba diferentes tipos de piedras, atesorándolas con cautela debajo de su cama. Las rocas de la corteza terrestre, los restos petrificados y las huellas de los organismos fósiles son elementos desde los cuales surgen los colores de sus obras a manera de reminiscencias de aquellas piedras y arcillas de Pitalito (Huila, Colombia) su tierra natal. La infancia de esta notable creadora está ligada a la tierra mediante las múltiples sensaciones, que los metales representaban para ella, tanto a la vista como al tacto. Las texturas y las formas, por otra parte, con el paso del tiempo se transformaron en reminiscencias a la inocencia de su niñez en esta exposición individual que lleva por título “I am Invincible”, haciendo alusión a un perpetuo ciclo de transformación. Esta capacidad regenerativa y perenne del reino mineral despliega su belleza y fortaleza en esta increíble muestra. Los metales están presentes en la tierra, aunque en raras ocasiones existen en estado puro, porque las fuerzas terrestres aniquilan su condición metálica. Los siete metales son hierro, cobre, plata, estaño, oro, mercurio y plomo que son utilizados en la joyería como medios de ornamentación desde edades muy remotas en la historia de la humanidad. Las piedras preciosas y sus yacimientos son parte de la narrativa de esta historia que juega con los rostros de mujeres cercanas inmersas en los círculos de afecto y amistad de Diana Olarte, transformándolas en diosas minerales a través de su mirada creadora. El lenguaje utilizado dinamiza la abstracción sin limitarla conviviendo a su vez con lo figurativo, retomando referencias reales e imaginarias. La fusión de las técnicas también es notable, permitiéndonos disfrutar de su maestría en el uso del óleo, el temple, la acuarela y el acrílico. Esta muestra está compuesta por más de 25 obras de arte en diferentes formatos además de un videomaping en proyección en la sala. Los diamantes, los rubíes, las aguamarinas montadas en anillos, collares y pendientes son el recurso final desde el cual esta exposición dialoga con los “tesoros” que representamos las mujeres para la vida en la tierra. Las joyas han representado para los seres humanos protección y ornamento, atesorando espacios de amor, calidez, empatía y diálogo con otras mujeres; y esta exposición no solo protege los círculos de poder femenino en la naturaleza, sino que manifiesta la experiencia de encarnar un cuerpo femenino. Las mujeres nos encontramos, nos reconocemos y construimos lazos de complicidad que se tejen a partir del reconocimiento entre pares de la experiencia “de la otra”, constituyendo una relación de apoyo, en constante cambio y transformación. Creo que, desde ahí, desde el valor y la voluntad de vivir con todas las dificultades que el mundo actual nos exige, nos podemos considerar seres invencibles. Rocío Cárdenas Pacheco Crítica de arte